Lo cierto es que el diagnóstico para los pacientes con migraña o cefalea aún es un reto y puede tardar entre 7 y 10 años en recibir la atención especializada correcta.
Quien padece o alguna vez ha tenido migraña sabe que estos dolores de cabeza son de otra naturaleza y no terminan con la sencilla toma de un analgésico. La migraña es intensa, punzante, causa fotosensibilidad, mareos y hasta síntomas gastrointestinales. Influye en las actividades diarias, por lo que se la considera una patología incapacitante.
Cada 12 de septiembre se conmemora el Día Internacional de Acción contra la Migraña, afección que en Argentina sufren unas 5 millones de personas, aunque no todas siguen el tratamiento adecuado. Lo cierto es que el diagnóstico para los pacientes con migraña o cefalea aún es un reto y puede tardar entre 7 y 10 años en recibir la atención especializada correcta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la migraña afecta a un 14% de la población mundial, esto es, 1 de cada 7 personas, siendo más frecuente en mujeres y, principalmente, entre las que rondan los 20 y 50 años.
“Lejos de ser un simple dolor de cabeza la migraña se caracteriza por ataques de dolor pulsátil, generalmente en un solo lado de la cabeza, que empeoran con la actividad física y suelen acompañarse de hipersensibilidad a la luz, los sonidos o incluso los olores”, explica Viviana Cantarutti, Médica Clínica de OSPEDYC.
Aunque sus causas no se comprenden completamente, se sabe que la genética y los factores ambientales están entre los desencadenantes. De igual modo, los cambios hormonales, el estrés, las alteraciones del sueño, la ingesta de ciertos alimentos, estímulos sensoriales intensos e incluso variaciones climáticas son factores que pueden llevar a una migraña. No obstante, si bien hay puede haber signos generales, cada caso es diferente y debe ser tratado en forma individual.
“El tratamiento de la migraña siempre requiere un abordaje individual, ya que no existe una única estrategia eficaz para todas las personas. En cuanto a la posología, los medicamentos se dividen en dos grandes grupos: los que se toman durante el ataque para detener los síntomas y los que se utilizan de manera preventiva para reducir la frecuencia y la intensidad de las crisis», asegura la especialista.
«En los últimos años aparecieron nuevos tratamientos especialmente diseñados para la migraña, que actúan bloqueando las sustancias relacionadas con el dolor. Estos medicamentos han demostrado buenos resultados en personas que no mejoraban con las terapias tradicionales. La elección del tratamiento más adecuado siempre depende de cómo responda cada paciente, de los posibles efectos secundarios, del acceso a la medicación y de sus propias preferencias», agrega Cantarutti.
Autocuidado y aceptación
Además de los tratamientos farmacológicos, el autocuidado, la aceptación de la afección resultan fundamentales. Mantener rutinas de sueño y alimentación, hidratarse correctamente, practicar ejercicio físico regular y aplicar técnicas de relajación son herramientas valiosas para reducir el riesgo de crisis.
También existen enfoques complementarios como la acupuntura, la meditación, el yoga o la terapia cognitivo-conductual, que pueden ayudar a mejorar el manejo del dolor crónico.
Durante un ataque de migraña es recomendable descansar en un lugar oscuro y silencioso, aplicar compresas frías en la cabeza, evitar el alcohol, el tabaco o la cafeína, y tratar los síntomas de manera inmediata para disminuir la intensidad del dolor. Sin embargo, cuando el dolor se presenta acompañado de fiebre, alteraciones neurológicas o cambios en el patrón habitual, es fundamental consultar de inmediato a un profesional de la salud.
El impacto de la migraña va más allá de lo físico. Esta patología puede generar ausentismo laboral, baja productividad, dificultades en las relaciones sociales y familiares e incluso afectar la salud mental provocando sentimientos de frustración e incomprensión. El estigma que rodea a esta patología hace que muchas personas no reciban el apoyo necesario, lo que agrava su sufrimiento.
“Por todo esto, insistimos en la necesidad de visibilizar la migraña como una enfermedad que merece atención médica, social y laboral. Romper el estigma, garantizar el acceso a tratamientos adecuados y promover la educación sobre esta condición son pasos fundamentales para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen”, afirma la especialista.(DIB)